Capellanías tiene su son |
El calor abrasante del piedemonte maciceño, la alegría del reencuentro con los que vienen de afuera, el paseo al río San Jorge y la calidez de los habitantes de Capellanías, hacen de sus fiestas patronales una experiencia de extremo gozo. Desde muy temprano en la mañana nuestro compañero y productor de campo en la zona Arley Muñoz, el popular Capello, estuvo pendiente de la llegada del equipo de realización. Esta vez, a diferencia de nuestra visita durante los talleres itinerantes, hicimos el recorrido desde La Carbonera en carro y no de a caballo. Llegamos a grabar justo en el momento en que se iniciaba la competencia de despescuezada de gallos, que se hace a galope en caballo. Entre los ganadores estuvo Erney Angulo, con quien la vez pasada habíamos visitado los salados o pozos de agua salada, de donde todavía se extrae una sal apetecida por sus cualidades curativas. En las próximas fiestas patronales de San Pedro y San Pablo Erney repondrá los dos gallos que ganó esta vez. En la tarde se jugaron los primeros encuentros del torneo de fútbol y los jurados de la competencia al mejor caballo tomaron sus apuntes, mientras nosotros nos fuimos de baño al San Jorge, para refrescarnos y prepararnos para la noche. Después de comer en las toldas nos fuimos a registrar las riñas de gallos. Capello nos presentó a las amigas, a la novia y a la prima que había venido a la fiesta desde lejos, al igual que lo hacen muchos lugareños. Casi a la medianoche, en la caseta “La Tremenda” comenzó lo que todos estábamos esperando: el toque de Son de Capellanías. Y ahí la cosa se puso dura. El son tocó una y otra vez lo mejor de su repertorio y nadie quería parar de bailar. El amanecer llegó y a muchos no les impidió seguir con la parranda. Con el calor del sol mañanero la rumba se fue apagando y nosotros alistamos equipaje muy a nuestro pesar. La profesora Ebdalí y Capello nos ayudaron a conseguir los caballos para salir por el Patía, vadeando 13 veces el río San Jorge y una vez el río Guachicono, pues uno de los encantos de la visita a Capellanías es recorrer los parajes maravillosos de esta ruta, que siempre regala espectaculares atardeceres.
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